Una de las roca más grandes del planeta «700 escalones para tocar el cielo»

Una de las roca más grandes del planeta «700 escalones para tocar el cielo»

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La Piedra del Peñol es una de las rocas más grandes del planeta. Se dice que en su lateral cuenta con “unas escaleras al cielo”. Os contamos cómo se ha convertido en un icónico reclamo turístico de Colombia.

Una roca que parece tocar el cielo. Así es la Piedra del Peñol o el Peñón de Guatapé, una de las principales atracciones turísticas de Colombia. Este monolito de 220 metros de altura destaca por sus más de 700 escalones. Su forma se debe a la erosión del viento y el agua y hay varios mitos e historias al respecto, como que llegó del espacio o que es fruto de un volcán.

El ‘salto’ a la cúspide de la roca

Esta roca gigantesca de granito, compuesta por cuarzo, feldespato y mica, está ubicada en el municipio de Guatapé, en el departamento de Antioquia. El primero en subir a su cúspide el 16 de julio de 1954 fue Luis Eduardo Villegas López. “Un cura loco, llamado Alfonso Montoya, instó a la gente de Guatapé, en medio de los sermones de las fiestas patronales, a subir de una vez por todas”, cuenta Álvaro Idárraga Alzate, un maestro jubilado oriundo de Guatapé que investiga el monolito.

En teoría, decía que la gente de Guatapé era como los sapos: “Se quedaban contemplando las piedras y les daba miedo dar el salto, sabiendo que allá iban a encontrar la imagen de un santo, un milagro y oro”. “Les metió un poco de cuentos. Entonces este señor (Villegas) escaló la piedra. Luego se compró un pedacito de tierra al frente, y después fue comprando las demás fincas alrededor, una por una”, afirma Idárraga.

¿Una piedra que llegó del espacio?

La piedra mide 220 metros de altura y su profundidad, según Idárraga, alcanza los 2.500 metros: “Es como un alfiler que solo está mostrando la cabecita”. Circulan múltiples mitos sobre el origen de esta piedra. Mientras que hay quienes afirman que el monolito llegó del espacio, otros señalan que las grietas en su superficie son marcas hechas por el hacha del diablo. “La piedra no es un aerolito, ni un pedazo de criptón, ni un cuerpo celeste”, asegura Idárraga.

María Isabel Mejía Cerón, geóloga y docente universitaria, explica al periódico colombiano El Espectador que algunas de las piedras más grandes de Antioquia nacen de movimientos tectónicos, orogénicos y magmáticos que tuvieron lugar hace entre 90 y 70 millones de años. De hecho, cuenta que el Peñol es una roca volcánica que no salió más allá de la corteza terrestre. Hay geólogos que consideran muy probable que la piedra sea una protuberancia que salió a la superficie tras millones de años sobre la placa tectónica del Batolito antioqueño y por la erosión de los suelos.

 


 

Desde la Piedra del Peñol hay una de las vistas más atrayentes de Colombia. Crédito: Babak Fakhamzadeh / Flickr.

De escenario de rituales a un reclamo turístico

En la época indígena prehispánica este monolito era el centro de la realización de rituales, según recogen varios medios colombianos citando el Museo Histórico de El Peñol. El Espectador indica que, según algunos trabajos arqueológicos, las zonas cercanas al Peñol pudieron ser utilizadas como un basurero por los indígenas. Con el paso de los siglos, las tierras se fertilizaron y se empezaron a cosechar. Más adelante, las Empresas Públicas de Medellín construyeron un embalse gigantesco en las tierras circundantes para generar electricidad que impulsó el turismo pese a que forzó la migración de múltiples habitantes de los municipios de El Peñol y de Guatapé.

A mediados del siglo XX algunos habitantes consideraban la piedra como un estorbo debido a que para transportarse y cuidar sus cultivos debían rodearla. No se imaginaban que este monolito gigantesco acabaría convirtiéndose con el tiempo en un icónico reclamo turístico. Para subir a su cúspide, Luis Eduardo Villegas construyó unas escaleras artesanales de madera que más adelante fueron reemplazadas por concreto.

Durante siglos este monolito ha dejado boquiabiertas a múltiples generaciones. “Al contemplar aquel peñón de tan enormes dimensiones, en aquel lugar, el observador no puede menos de preguntarse asombrado: ¿Qué esfuerzo de la naturaleza no sería necesario para sacar de su asiento y colocar allí aquella enorme masa de roca sedimentaria, cuyos estratos verticales indican su formación y el portentoso cataclismo a que se debe la posición del monolito?», escribió en un manuscrito en 1875 el escritor José María Gutiérrez de Alba. Miles de turistas se han acercado a contemplarlo y captar desde su cúspide algunas de las postales más atrayentes de Colombia.

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